Se sabe que algo ha calado lo suficiente cuando las generaciones siguientes lo recuerdan. Ellas lo hacen a su modo –porque si no sería copiar– en una suerte de interpretación grupal que nace de las entrañas y se queda en el corazón. Con Hermana Furia sucede así, tal cual, porque tienen lo que toda banda ha de poseer para sonar: actitud, ya que a ciertas edades sólo piensa una en comerse el mundo.
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